Hierro fumando |
«Conocí a Pepe Hierro en los primeros años ochenta en Radio 3. Era mi primer trabajo en la radio, y él hacía programas culturales.
Le recuerdo andando por los pasillos de la Casa de la radio, eléctrico, nervioso, con esa presencia suya que resultaba imponente, casi intimidatoria: la calva y el bigote, los rasgos de la cara, parecerían tallados en madera, y esa una voz suya afinada y mullida, modulada, que podía también sonar atronadora.
Siempre admiré su obra, su mirada poética, y también ese enigma que parecía esconder. De modo que hace unos meses, cuando Antonio Santos y yo nos planteamos a quién dedicar el libro que hacemos cada año para Nórdica, decidimos que Hierro sería un estupendo protagonista.
Y ha sido un hallazgo inesperado. Descubrir en su biografía aspectos desconocidos: la cárcel, con apenas 17 años; su vinculación con el mundo del arte; las decenas de trabajos meramente nutritivos a los que tuvo que dedicarse: listero en una obra, peón-cilindrador en una fábrica, repartidor de leña a domicilio… Me encantó su relación, intensa, con el campo -hacía un vino para los amigos, el vino de Nayagua-, y el silencio poético de más de veinte años en los que no publicó: "he dicho a veces que la poesía se escribe cuando ella quiere y no cuando uno quiere", solía decir.
Este año se cumple el centenario de Pepe Hierro, y queremos que este Hierro, fumando, sirva de modesto homenaje a su figura y, sobre todo, para acercarse y descubrir, o releer, su poesía».
Jesús Marchamalo