Viernes, 13 de Diciembre de 2024
José Hierro: la figura del poeta.
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Hermosa nada

Hermosa nada

Rosa Lentini
Bartleby
2019

9788412013207

Hermosa nada


Leyendo a Rosa Lentini

José María Micó

Nayagua 31

«Aparecida hace unos años, la Poesía reunida de Rosa Lentini es una poesía de avance y de regreso, de balance y de anuncio, y nos propone un trayecto de ida y vuelta en el que el sentido de la marcha es, en realidad, indiferente. Porque en la poesía de Rosa Lentini ir y volver son la misma cosa. La ingeniosa y reveladora disposición regresiva de los libros («2014-1994») crea una coherencia nueva y nos permite ver la relación profunda, íntima y tal vez inesperada, entre textos de épocas muy diferentes. La poesía no es una teoría ni es el previsible resultado de una obsesión teórica, sino que es siempre una práctica, y el modo en que Rosa Lentini ha practicado la poesía, reunida pero ya no completa en el volumen de 2015, me ha interesado siempre por varias razones que confluyen en su último libro, Hermosa nada.

Las cosas, y la poesía entre ellas, no están donde debieran, ni donde quisiéramos que estuviesen, sino que simplemente están. Y esta idea de la inmanencia de las cosas, del mundo en su amplitud, es algo fundamental en Rosa Lentini. Ella acepta las cosas, pero no resignadamente; es una aceptación rebelde, si se me permite el oxímoron, que tiene un poco que ver con la paradoja del título. Una aceptación rebelde que implica comprensión: el mundo está comprendido aquí, no solo contenido, sino entendido en su integridad, aunque sea a través de fogonazos y detalles sueltos de esa nada que, al cabo, nos resulta hermosa. Esa voluntad de comprensión del mundo, aceptándolo rebeldemente, implica la reconfiguración permanente de una obra que es coherente en su ostentosa diversidad. Una diversidad superficial o, mejor dicho, formal. Resulta agradable fantasear con la idea de que el linaje de Rosa se remonta al inventor del soneto, el siciliano Giacomo da Lentini. En la poesía clásica y tradicional, la forma es un esquema más o menos fijo al que el poeta debe adaptarse, pero la poesía moderna va por otro camino, que es el de construir una forma para el poema, como un traje a medida, distinto para cada individuo, aunque puedan reconocerse unos patrones de estilo (como podría ser, en muchos textos de la autora, la falta de puntuación).

En el conjunto de su obra, esa variedad formal va desde poemas muy breves con versos cortos, sentenciosos y rítmicos (por ejemplo los de las secciones homónimas de El veneno y la piedra), hasta una respiración que se acerca a la prosa o que está entre el verso y la prosa y no quedaría bien definido con el concepto de versículo, porque es diferente y personal. Su concepción de la poesía no es melodiosa, sino rítmica, orgánica, porque el poema es un organismo: no solo es una extensión del cuerpo propio, sino que es una extensión de la familia y aun de la misma humanidad. El verso tiene la cadencia exigida por la propia escritura: unas veces es la respiración aletargada del sueño y otras veces es la respiración jadeante y desesperada de la vigilia o de la pesadilla. Me parece muy acertada la expresión «página onírica» acuñada por Eduardo Milán en el prólogo a la Poesía reunida, porque en todas las páginas de Rosa Lentini hay un sueño implícito o explícito en el que afloran cosas que no esperamos en un poema o en una situación convencionales. La condición del poema como organismo hace que cada texto determine y reconfigure la poesía del pasado, como revela, entre otros posibles, «El camino a casa», incluido en El sur hacia mí.

Cuando abrí y hojeé por vez primera Hermosa nada, su aspecto me resultó inesperado, pero muy pronto percibí su cohesión con las páginas del pasado. Rosa Lentini escribe libros diferentes que acaban siendo más orgánicos y creando una unidad más profunda que la de los poetas que no varían o que no arriesgan. La sorpresa y la extrañeza de sus versos son fieles a un universo de claves y referencias personales. Ha traducido a Ungaretti, pero también ha leído con atención a Montale, autor, como ella, de poemas que son indescifrables, aunque no incomprensibles. Hay siempre un misterio, a menudo expresado con un lenguaje críptico que permite la comprensión sin dejar de ser hermético, en la línea o en la tradición de la mejor poesía contemporánea internacional. La continuidad entre la partícula (por usar una expresión muy concreta de uno de sus poemas) y el universo se proyecta en detalles, objetos o conceptos: instrumental médico, puertas (una gran cantidad de puertas de todo tipo), niñas, fotos, cuadros, babas de animales, ciertos lugares, la música, la historia, el insomnio y el sueño. Y se configura en los poemas un territorio aparentemente breve y limitado, que es a la vez abismal y vertiginoso, como la Hermosa nada del título, y que es capaz de contener o recoger el universo y la vida en su totalidad».

 


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