Lecturas poéticas veraniegas |
Un verano más, nuestro profesorado nos recomiendan lecturas de poesía o relacionados con lo poético para llevarnos a la playa o la montaña este verano. Novedades, clásicos, ensayos... Todo lo necesario para llenar de versos nuestras vacaciones
Juan Gallego Benot nos ofrece dos propuestas: un autor canónica y una poeta joven. Debajo del lenguaje solo hay niñas llorando (Hiperión, 2024), de Paula Escrig, es el último Premio de Poesía Joven Tino Barriuso y en él, siguiendo el camino abierto por otras autoras de las últimas generaciones como Berta García Faet, Rosa Berbel, se revisita la infancia no con nostalgia sino como lugar de conflicto y cuyo proceso de abandono, terrible y extraño, siempre deja heridas. En su libro, Paula Escrig recurre al habla infantil de manera poderosa y, en ocasiones, brillantemente agresiva, presentando el cuerpo como un extraño enemigo que reacciona con frecuencia a la contra de esa necesidad de avanzar en un cambio de ciclo.
La propuesta canónica es El tránsito de fuego de Eunice Odio, publicado en 1957 y rescatado en 2023 por Vaso Roto, un libro de más quinientas páginas de poesía mística o metafísica, uno de los más arrebatadores de la poesía en español del siglo XX. Hay quien decide aprovechar las vacaciones estivales para atraverse con Ulises o Guerra y paz, y Juan nos anima a insolarnos con la potencia de un autor que tuvo dos nacionalidades, unos cuantos nombres oficiales y otros tantos seudónimos y osciló entre la izquierda revolucionaria guatemalteca en los 50 y el rechazo a Fidel Castro en los 60.
Por su parte, Laura Casielles nos recomienda Con (La Bella Varsovia, 2024), de Miriam Reyes, una de las poetas cuya voz abrió puertas de posibilidad para muchas otras y que regresa con un libro en el que de nuevo se adentra en las entrañas y abismos de la vivencia para ofrecer una mirada sobre cómo nos relacionamos y qué nos hacen esas relaciones a nosotras mismas. Una exploración de cómo el lenguaje, herramienta imprescindible para acercarnos a las otras personas, es a la vez también una grieta insalvable, recordatorio de esas dimensiones a las que nunca podremos llegar.
También nos habla de Argayu/Derrumbe (Bartleby, 2024), de Berta García Piñán, una de las autoras en lengua asturiana más reconocida. En este libro, publicado en edición bilingüe con su propia traducción al castellano, se reconocen algunos de los temas principales de su obra: la genealogía (sanguínea y elegida), el territorio, la historia de la propia vida. Desprendida por el agua, por las excavadoras, por el tiempo y por las decisiones, la tierra de estos versos rueda ladera abajo en una potente metáfora de lo que nos pasa también por dentro.
Azahara Alonso cuenta que ha disfrutado infinitamente de Lloro porque no tengo sentimientos, de Bárbara Mingo (La Navaja Suiza, 2024), y lo recomienda a quienes se quieran dejar llevar por la combinación de una mirada tan inteligente como divertida y una escritura de aparente ligereza, ejemplo perfecto de una concepción poética del mundo más allá de las formas tradicionales en las que la poesía nos es dada.
También habla muy bien de Los augurios se rechazan, de Claudia González Caparrós (La Bella Varsovia, 2023), donde una de nuestras mejores poetas indaga desde la palabra poética el enigma del cuerpo, el sueño y el lenguaje. De hecho, podéis leer la reseña que Lola Nieto dedicó a este libro en el último número de nuestra revista Nayagua.
Por último, Azahara nos recomienda Manual para destinos defraudados (Kriller 71, 2021), un conjunto de breves textos de la brillante poeta y ensayista estadounidense Anne Boyer, autora del conocido e impactante libro Desmorir. En las páginas de este Manual está presente el deseo, la ciudad, el daño y, sobre todo, un pensamiento travieso en torno a la poesía. La forma, original y libérrima, acompaña a una prosa llena de destellos. Un libro de inevitable subrayado.
Olalla Castro, una de nuestras nuevas incorporaciones al claustro, nos recomienda Me llamo cuerpo que no está (Lumen, 2024), la poesía completa de la autora mexicana Cristina Rivera Garza, reciente ganadora del Pulitzer. Un volumen en el que se abordan desde las coordenadas de la crisis de la Modernidad (la fragmentación del yo, la quiebra de la utopía racionalista) los temas propios de Rivera Garza: las identidades subalternas y sus formas de resistencia, el poder, el cuerpo, la violencia, la enfermedad, la muerte... Bajo la poeta de Me llamo cuerpo que no está se esconde la narradora de La cresta de Ilión o La muerte me da. Bajo la narradora se agazapa la ensayista de Los muertos indóciles o Autobiografía del algodón. El resultado es una escritura infinita como el pliegue de Deleuze: irónica, ácida, lúcida, política, tierna, que se adhiere tenaz a quien la lee, sin dejar de expandirse.
También nos propone El tiempo es la madre, de Ocean Vuong. El autor de En la tierra somos fugazmente grandiosos vuelve en este poemario editado por Vaso Roto a abordar la herida materna, esta vez desde el espacio de la pérdida y el duelo. El amor materno-filial y sus contradicciones (el fantasma de la imposibilidad y la feroz necesidad sobre los que se construye) reaparecen ahora pensados desde el hueco que la muerte abre. La madre-país, la madre-lengua, único vínculo de Vuong con su Vietnam de origen, es ya cuerpo ausente. En esa ausencia, la identidad del yo poético se tambalea y se ve forzada a reescribirse. La historia familiar como mapa del mundo, el acompañamiento en la enfermedad, la devastación de quien se queda (la depresión, el internamiento) se mezclan con una crítica profunda a la tierra de acogida (la trampa del sueño americano, el horror del sistema capitalista, el racismo y la homofobia cotidianos), componiendo un tapiz profundamente íntimo y político, bello y brutal a partes iguales.
Y, por si queremos viajar a tierras lejanas sin movernos de la hamaca, Alberto Guirao nos propone La semilla y el corazón: antología de poesía japonesa (Alba, 2022), un acercamiendo ideal a la vasta y rica tradición poética japonesa de la mano de la traducción de Teresa Herrero y la introducción de Juan F. Rivero. Desde los tanka de época clásica hasta el siglo XX, pasando por los períodos Edo y Meiji, la antología recoge ciento ochenta textos de autores fundamentales de la tradición nipona, entre otros: Ono no Komachi, Murasaki Shikibu, Sei Shonagon, Kobayashi Issa, Yosano Akiko y Taneda Santoka.
También nos recomienda La fe (Pre-textos, 2024), de Nerea Campos Godoy, último Premio Arcipreste de Hita, del que Alberto destaca su propuesta precisa, alumbradora. Se trata de una poesía que yuxtapone palabra y cuerpo, descubrimiento y experiencia amorosa, hilvanando ecos de Ada Salas, Anne Carson y Olvido García Valdés, entre otros referentes. Su poema «Creación» concluye así: «hemos, del amor, / hecho todo lo vivido / y todo lo inventado / es nuestro».
Por último, Esther Ramón nos propone Arqueologías (Pre-textos, 2022) de la infalible poeta Ada Salas, una excavación poética que nos pone frente a las monedas fuera de curso de nuestro ser, haciendo el recuento de lo roto y lo perdido a través de los hallazgos y de las huellas de otras vidas que existieron, amaron, sufrieron y trabajaron en tiempos muy remotos, de sus restos, ilusiones, vasijas quebradas y utensilios, que tanto dicen de lo que somos. El libro nos habla, de una manera sincera y directa, entrando con delicadeza en los pliegues de lo sutil, de aquello que está dentro de cada ser y que pervive en el tiempo y en el espacio, en la continuidad hacia nuestro presente, que será también pasado. Cada pieza encontrada, rescatada del olvido, nos habla en realidad de aquello nuestro que no desaparece, del legado que, generación tras generación, nos ayuda a respirar.